Todos estamos cansados de
oír hablar de que hay que hacer ejercicio tanto físico como mental para
mantener el equilibrio entre cuerpo y mente. Por ello, en esta ocasión voy a
contar mi propia experiencia dentro del deporte.
Hace un par de años el
fútbol era mi pasión. Entrenaba como el que más, corría como el que más y
dejaba todo en el campo el día del partido. Además de toda esta ilusión que
depositaba en este deporte, y por tanto ganaba en felicidad, recibía cuantiosos
beneficios, de los cuales no me pude dar cuenta, lamentablemente, hasta el día
en que dejé de jugar: mi mente se distraía de los estudios y me concentraba
mucho más y mejor. Por otro lado, en mi vida futbolística he conocido a
personas espectaculares, entrenadores geniales –y otros que no- y grandes amigos, algunos de los cuales
todavía lo siguen siendo y seguimos saliendo en el mismo grupo.
Sin embargo, de repente
un día mis piernas dijeron basta, que no podía seguir forzándolas como mi mente
quería. A partir de este día, hace más o menos un año y medio, intenté
recuperarme varias veces de la lesión, pero una y otra vez volvía a recaer. Esta
odisea duró nada más y nada menos que un año, un año para darme finalmente por
vencido. Por ello, desde mediados del año pasado no realizo ningún tipo de
actividad física, algo de lo que a día de hoy me arrepiento. Haber dejado que
la lesión me hundiera psicológicamente fue un error, porque además de no
ejercitar mi cuerpo, me distraía con más facilidad, no me relacionaba con
tantas personas, no encontraba el modo de liberarme del agobio que supone el
trabajo del instituto…
Pero como he dicho, a día
de hoy me arrepiento de lo que hice, y por ello decidí hace una semana volver a
ejercitarme físicamente (ya que mentalmente me ejercito todos los días en las
clases). Gracias a mi amigo Alberto, que fue el que realmente me dio ese
empujón que me hacía falta, me apunté con él al gimnasio, y el cambio en apenas
una semana es espectacular. He vuelto a encontrar la forma con la que liberar
toda la tensión acumulada durante el día, realizando ejercicios físicos a la
vez que interactúo con nuevas personas, de las que estoy seguro que acabaré
siendo amigo.
En conclusión, solo me
gustaría añadir que la clave para mantener una mente sana es tener también un
cuerpo sano. Hay que entrenar ambas cualidades, porque si dejamos de entrenar alguna
de las dos, no podremos mantener el equilibrio físico-mental deseado (“mens
sana in corpore sano”).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7JL2qrrFqX7_92XWiG0HVOj4FJOxT0v93IazkVKfDPvbWngYC-ylV1If9Z8Xt7VG9k_Vp_a7b93TLfqQtHBP6SYg0dKdwHXjVSyHn2IhrXfIfopefo1AzhpI8aElN7GwqZN9jqiB5Wxc/s320/mens-sana.jpg)
Excelente reflexión Dani. Entiendo muy bién lo que pretendes expresar dado que me he encontrado en situaciones similares en varias ocasiones. Yo juego a baloncesto y el año pasado sufrí una lesión que me dejó fuera de las canchas durante todo la segunda parte de la temporada. Durante ese tiempo me di realmente cuenta de la importáncia que para mi tenía el deporte, un desahogo y un ejercico no simplemente físico sino también mental imprescindible para el día a día. Ánimo con tus nuevos retos en el gimnasio y a seguir adelante y como tu bien dices intenta encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente, éxito asegurado.
ResponderEliminarBuenas tardes Dani, en primer lugar, me gustaría felicitarte por esta entrada, pues creo que has sabido transmitir muy bien lo que has querido decir. En segundo lugar, decirte que la lectura me ha resultado bastante amena, y creo que es gracias a tu forma de expresarte. Enhorabuena y sigue asi
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