miércoles, 2 de marzo de 2016

¡Por fin, DiCaprio!



Hace unos días asistimos a la ceremonia de entrega de los Premios Óscar. En esta ocasión, el actor Leonardo DiCaprio optaba al premio como mejor actor principal por la película The Revenant (El Renacido), al cual ya había sido nominado en tres ocasiones en el pasado, además de su nominación en 1993 como mejor actor de reparto por el filme What's Eating Gilbert Grape? (¿A quién ama Gilbert Grape?). Sin embargo, a pesar de sus grandes actuaciones en The Aviator (El Aviador), The Wolf of Wall Street (El Lobo de Wall Street) y Blood Diamond (Diamante de sangre), no obtuvo el reconocimiento con este prestigioso galardón. Además, no hay que olvidar que ni siquiera fue nominado en ninguna disciplina de estos premios por su genial trabajo en Titanic, película que quedará grabada en la historia del cine y que será como Michel Sardou para la música francesa: intemporal.

Pues bien, tras tantas nominaciones fallidas y después de 22 años en busca del Óscar, este año partía como favorito en la categoría de mejor actor –aunque para los críticos este papel no ha sido el mejor de su carrera-, y de acuerdo con los pronósticos, finalmente se ha hecho con el ansiado galardón (probablemente uno de los pocos que le faltaba por lograr). Como ganador, subió al escenario a recoger la “estatuilla” con paso firme y tranquilo, aliviado, emocionado y eufórico por dentro, ya que se acababa de quitar un peso de encima al ganar el premio que ha buscado con perseverancia y un gran trabajo durante sus más de veinte años de carrera en el mundo del cine.

Sin embargo, si tuviera que escoger una película protagonizada por DiCaprio, sin duda en la que hace el papel más camaleónico, inteligente e interesante es en Catch Me If You Can (Atrápame si puedes), en la que da vida a Frank Abagnale Jr., quien en plena adolescencia y tras la dura situación en la que vive (su familia no atraviesa un buen momento y tienen problemas económicos, además del inmediato divorcio de sus padres), decide huir de casa y empieza a amasar una fortuna a base de cheques falsos y a su gran capacidad y habilidad de hacerse pasar por otra persona (piloto, médico, abogado…). Pero no todo es fácil, porque acaba encontrando el amor en el hospital en el que “trabaja” y, usando como cebo a su prometida, el FBI está a punto de pillarle, pero logra escapar del país volviendo a hacerse pasar por piloto de avión. Finalmente, le acaban pillando, pero debido a su experiencia con las falsificaciones de cheques, acaba colaborando con Carl (el agente del FBI encargado del caso, interpretado por Tom Hanks), con el que acaba manteniendo una amistad.

Finalmente, no pretendo desprestigiar a los críticos ni a la actuación del actor en The Revenant, pero a mi parecer Leonardo DiCaprio ha desempeñado mejores papeles en el pasado por los que recibir este Óscar.




Fuentes: 



domingo, 14 de febrero de 2016

¿Amor o interés?



San Valentín, como la Navidad, no deja de ser una fecha para aprovecharse de la gente e incitarla al consumismo, además de que las personas aprovechan para decir un “te quiero”, regalar algo o atender delicadamente a una persona que durante todo el año han tenido descuidada o que ha pasado desapercibida.

El otro día estaba paseando por un centro comercial y puedo decir que se me revolvió el estómago. En todas las tiendas no había más que carteles que decían así: “Aprovecha este San Valentín para sorprender a tu chic@”, “¿Qué vas a regalarle a tu pareja en este día?”, “No te quedes sin regalo para este 14 de febrero”, etc.

No hacía más que pensar en las pobres mentes que estaban siendo controladas por las grandes empresas comerciales mediante sus campañas. Porque realmente si quieres a una persona aprovechas durante todos los días para sorprenderla con cualquier detalle o tontería, o decirle un “te quiero” sincero, sin esperar a un día como hoy, donde toda la gente envía cartas por puro “postureo”, porque lo hace todo el mundo y los anuncios y campañas comerciales les lavan el cerebro. Y es que parece que si en esta fecha no le compras nada a esa persona especial eres un monstruo y un desconsiderado sin corazón.

Simplemente, si de verdad quieres mostrarle tu amor a alguien no tienes que esperar a tal día como hoy, porque además de parecer falso el sentimiento, parecerá también oportunista y sacará a la luz el poco uso de razón que tienes. Si quieres a alguien, demuéstraselo a cada instante. También es muy frecuente querer recuperar el amor de una persona en esta fecha, después de haber pasado mucho tiempo. Entonces mi pregunta es: ¿por qué esperar a hoy cuando has tenido muchos otros días para recuperarlo? ¿Es que por ser hoy todo va a volver a la normalidad y a arreglarse por arte de magia? Pues no, porque eso no existe, y si quieres algo, como con todas las cosas en esta vida, tienes que luchar por ello, sin importar el momento y las veces que lo intentes.

Sin embargo, eso no quiere decir que hoy no puedas hacer algo especial, siempre y cuando no lo hagas solo un día en todo el año. Lo ideal sería tratar a tu pareja o a la persona que levanta esos sentimientos en tu interior todo el año como si fuera hoy, demostrando que el amor no entiende de fechas ni de regalos ni nada. Es muy simple: si quieres a alguien, lo demuestras.

miércoles, 3 de febrero de 2016

17 años

Hoy me he levantado, como cada 3 de febrero, con un año más, y ya van diecisiete. En esta ocasión veo un año repleto de nuevas sorpresas, nuevas y viejas amistades y millones de aventuras por vivir, y no quería irme a dormir sin antes haber dejado plasmada aquí mi gran ilusión para esta nueva etapa. En fin, hoy en realidad ha sido un día normal y corriente como cualquier otro, así que me voy a dormir. Buenas noches a todos.

martes, 19 de enero de 2016

"Mens sana in corpore sano"



Todos estamos cansados de oír hablar de que hay que hacer ejercicio tanto físico como mental para mantener el equilibrio entre cuerpo y mente. Por ello, en esta ocasión voy a contar mi propia experiencia dentro del deporte.

Hace un par de años el fútbol era mi pasión. Entrenaba como el que más, corría como el que más y dejaba todo en el campo el día del partido. Además de toda esta ilusión que depositaba en este deporte, y por tanto ganaba en felicidad, recibía cuantiosos beneficios, de los cuales no me pude dar cuenta, lamentablemente, hasta el día en que dejé de jugar: mi mente se distraía de los estudios y me concentraba mucho más y mejor. Por otro lado, en mi vida futbolística he conocido a personas espectaculares, entrenadores geniales –y otros que no-  y grandes amigos, algunos de los cuales todavía lo siguen siendo y seguimos saliendo en el mismo grupo.

Sin embargo, de repente un día mis piernas dijeron basta, que no podía seguir forzándolas como mi mente quería. A partir de este día, hace más o menos un año y medio, intenté recuperarme varias veces de la lesión, pero una y otra vez volvía a recaer. Esta odisea duró nada más y nada menos que un año, un año para darme finalmente por vencido. Por ello, desde mediados del año pasado no realizo ningún tipo de actividad física, algo de lo que a día de hoy me arrepiento. Haber dejado que la lesión me hundiera psicológicamente fue un error, porque además de no ejercitar mi cuerpo, me distraía con más facilidad, no me relacionaba con tantas personas, no encontraba el modo de liberarme del agobio que supone el trabajo del instituto…

Pero como he dicho, a día de hoy me arrepiento de lo que hice, y por ello decidí hace una semana volver a ejercitarme físicamente (ya que mentalmente me ejercito todos los días en las clases). Gracias a mi amigo Alberto, que fue el que realmente me dio ese empujón que me hacía falta, me apunté con él al gimnasio, y el cambio en apenas una semana es espectacular. He vuelto a encontrar la forma con la que liberar toda la tensión acumulada durante el día, realizando ejercicios físicos a la vez que interactúo con nuevas personas, de las que estoy seguro que acabaré siendo amigo.

En conclusión, solo me gustaría añadir que la clave para mantener una mente sana es tener también un cuerpo sano. Hay que entrenar ambas cualidades, porque si dejamos de entrenar alguna de las dos, no podremos mantener el equilibrio físico-mental deseado (“mens sana in corpore sano”).


domingo, 27 de diciembre de 2015

Todo es bueno en su justa medida

Ya ha pasado justamente una semana desde que hice el experimento propuesto por nuestro profesor de lengua y literatura castellana de pasar un fin de semana sin ningún tipo de tecnología ni dispositivos con acceso a internet.

Antes de empezar con esta prueba totalmente voluntaria, pensaba que sería algo difícil y extraño debido a la abundante presencia de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, la ausencia de móvil, ordenador y similares me ha dejado bastante tiempo para reflexionar y darme cuenta de lo perjudicial que es el uso excesivo de estos aparatos.

En primer lugar, el hecho de estar todo el día con el móvil en la mano o en el bolsillo pendientes de notificaciones, mensajes, juegos, etc. , conlleva que no disfrutemos plenamente de lo que nos rodea,que estemos viviendo en una realidad virtual y no en este mundo. Esto se refleja también en el uso en exceso de videoconsolas y consolas portátiles, que cada vez se extienden más y más entre los más pequeños y les inculca desde tempranas edades ideas como que se divierten mucho más en casa encerrados que jugando en el parque con sus amigos, a pesar de que estos videojuegos ofrezcan también la interacción entre sus jugadores, dando la opción de agregarlos como amigos en el juego y chatear con ellos. Y hablando de amigos llegamos a un nuevo punto: las redes sociales, donde conocemos gente a la que podemos llegar a considerar como amigos y contarles todas nuestras cosas sin ni siquiera haberlas conocido en persona.

En segundo lugar, voy a pasar a analizar mis sensaciones durante este periodo y a explicar cómo me  he sentido. Al no poder usar el móvil con internet, lo primero que hice el sábado no fue mirar las notificaciones, sino que simplemente me quedé un rato más en la cama pudiendo dormir así hasta una hora más de lo normal. Después, a lo largo de la mañana estuve haciendo deberes, y si en algún momento necesitaba hablar con alguien le llamaba por teléfono, tal y como se hacía en los viejos tiempos. De este modo transcurrió la mañana, y más tarde, sobre las cuatro, me fui con mi familia a Alicante a pasar lo que quedaba de día, sin sentir la necesidad en ningún momento de utilizar el móvil. Y así el día llegó a su fin, con una tranquilidad y una libertad indescriptible, porque el uso de dispositivos tecnológicos me provoca en muchas ocasiones ansiedad y falta de concentración. En la misma línea transcurrió el día del domingo: por la mañana estuve haciendo deberes y por la tarde salí a dar una vuelta con mi novia, todo ello sin necesitar ningún dispositivo con acceso a internet.

Finalmente, y más aún debido a los resultados que he experimentado durante el pasado fin de semana, recomiendo a todo el mundo que quiera liberarse de la adicción que provocan los nuevos aparatos o que simplemente quiera saber qué se siente al no usarlos que haga la prueba durante un día, ya que la mayor parte de las conclusiones las he extraído del primer día, y el segundo día fue simplemente la repetición del primero. Además, como conclusión me gustaría añadir que las nuevas tecnologías son tanto positivas como necesarias, pero siempre con un uso moderado y responsable.


martes, 8 de diciembre de 2015

El espíritu (consumista) navideño



Nos aproximamos a unas fechas señaladas en rojo en todos los calendarios del mundo: la Navidad, caracterizada por los reencuentros familiares, las comidas y cenas de empresa, el intercambio de regalos entre familiares y amigos, etc.

Pero muy lejos de interpretar esta época como tiempo para estar con la familia y amigos y reunirse todos para hacer balance del año que llega a su fin o simplemente contarse anécdotas y ponerse al día, la gente toma las costumbres y festividades consumistas de otros países como modelo. Al igual que Halloween es una festividad pagana americana que hemos acabado adoptando prácticamente todos los países, la globalización ha favorecido para que fechas como el Black Friday (celebrado en EEUU el cuarto viernes del mes de noviembre, el día después del Thanksgiving Day) y su complemento, el Cyber Monday, lleguen también a los calendarios del resto del mundo. Estas fechas y eventos lo único que fomenta es el fanatismo del consumismo, que lleva a las masas a comprar todo tipo de artículos, los necesiten o no, simplemente por el mero hecho de las gangas que se pueden encontrar estos días.

Tampoco hemos de olvidar que la festividad de Papá Noel, original también de tierras norteamericanas, ha sido incorporada a nuestra agenda a causa de la  mundialización tan notoria durante, sobre todo, el último siglo.

Centrándonos en España, la presencia del cristianismo, nos llevó en un principio a crear el evento de los Reyes Magos, en el que los niños cuyos padres podían realizar gastos extras, recibían un regalo ese día, emulando la ofrenda que estos le hicieron al niño Jesús días después de su nacimiento. Sin embargo, aunque el día en el que todos los niños esperan la llegada de Santa Claus coincida con el nacimiento de Jesús según la cultura judeo-cristiana, esta festividad es totalmente pagana y no tiene nada que ver con la religión. Es más, el personaje de Papá Noel fue creado por la empresa Coca-Cola, que más tarde se convertiría en el símbolo de la felicidad para muchos niños, así como dice el eslogan de la empresa: “Destapa la felicidad”. Más tarde, este personaje fue adoptado por diversas culturas y países y, como siempre, España copió también esta festividad emergente, incitando de esta forma a las personas a realizar más gastos y promoviendo el consumismo que, a día de hoy, sigue y sigue en aumento debido al poder que ejercen sobre las masas las grandes empresas y sus campañas para captar más clientes y beneficios, como los mencionados Black Friday y Cyber Monday



viernes, 27 de noviembre de 2015

Un personaje fugaz: Centurio

Debido a la posterior incorporación del llamado Tratado de Centurio (autos comprendidos entre el XIII y el XIX, con una pequeña modificación del XIV), aparece dicho personaje para alargar la trama y posponer la muerte de Calisto.

De este nuevo personaje cabe destacar sus rasgos de rufián, así como su aparente disposición de servitud, que más tarde se descubrirá que simplemente eran palabras vacías de significado para él. Después de una acalorada disputa entre Areúsa y Centurio, Elicia intercede entre ellos y sella la "paz", motivo por el cual el rufián acepta e insiste en cumplir aquello que la prostituta le demande. Ambas compañeras insisten en el mismo objetivo: matar a los culpables de la muerte de los criados y Celestina, aunque se retractarán y solo buscarán para los nobles un par de golpes.

Finalmente, Centurio presume de sus hazañas, linaje y espada, de su bravura y valentía, así como de su fuerza, diciendo ser incapaz de dar una paliza a alguien sin acabar dándole muerte. Pero todo ello termina cuando las amigas parten de su casa y se queda pensando cómo excusarse para no realizar el cometido, que acabará realizando Traso, un personaje que simplemente aparece nombrado en la obra, del cual se dice que es ciego, junto con dos compañeros.